El rapto de Europa (IV)
Análisis geométrico.
Debo hacer recaer al lector en las líneas verdes de la reproducción anexa del cuadro y en sus cualidades angulares. Se trata, casi de forma idéntica, de las líneas marcadas ya vistas anteriormente y que sirven para dirigir la atención del espectador sobre el rostro de Europa. No es éste el único recurso del que Rembrandt sacó partido, ya que la función de esas líneas no sólo se limitan a destacar lo arriba citado, sino a crear una sensación de convergencia, de dirección, de efecto apuntado hacia la izquierda de la obra, que imprime empuje y movimiento al grupo de principales protagonistas en esa dirección mencionada. Sirve como apoyo a tal sensación, el puerto, al fondo de la escena, que también resalta esa misma dirección con su forma, a grandes rasgos, de tipo triangular. Como contrapunto, tenemos la estructura aparente que forman tanto el toro como su codiciada Europa. En este caso y como todo contrapunto, la dirección hacia la derecha del vértice más agudo sirve de destaque de las figuras lineales ya expuestas, tratándose tal circunstancia de otra forma de resaltar a los actores principales de la composición. No obstante, la carrera al galope del toro es evidente por sus patas elevadas y pese a que el triángulo envolvente señala al lado contrario por su marcada convergencia puntiaguda, el autor de la obra consigue dar un toque de fortaleza y potencia acorde con el mito, es decir, las necesarias para atravesar a la carrera, y sobre las aguas, un enorme trayecto sobre el mar. A excepción de esta figura triangular envolvente, se debe añadir que las comentadas en un primer momento están definidas, únicamente, por líneas diagonales, lo que hace que la composición contenga una gran sensación de dinamismo, pues éste es el efecto principal que las mismas transmiten en una pintura cuando actúan solas o cuando forman parte de un triángulo que no tiene ninguna de sus líneas componentes paralela a los márgenes laterales o inferior de la obra.

Para ilustrar esta circunstancia, me permito acompañar una serie de esquemas básicos, además de una obra de Francisco de Zurbarán, en la que el mismo quiere sugerir todo lo contrario al dinamismo. Tal composición zurbaranesca desea expresar lo que muchos críticos e historiadores advierten sobre la misma: una sensación mística, religiosa, trascendente, y que para mi propio criterio confiere un efecto de ofrenda sobre un altar que no presenta imagen presidencial alguna, al Altísimo. Sugiere a mi parecer tal cuadro un ofertorio a una divinidad más abstracta que cristiana, más al gusto de determinados pensamientos religiosos contemporáneos que ven a Dios de una forma más masónica, como el Gran Arquitecto del universo, que, concretamente, salvadora y redentora de la humanidad.
Puede ver el lector como el efecto solemne de este bodegón, de quieta oración y ofrenda, ha sido conseguida por una serie de líneas verticales, ascensionales, y por un conjunto de triángulos, paralizados, estáticos, que descansan sobre un lado inferior perfectamente paralelo a la mesa y al marco continente.
En cuanto a los esquemas lineales anexos, he de decir que son diferentes ejemplos que versan de las maneras de conducir la vista del espectador hacia determinadas zonas de los mismos y de conferirles movimiento.





No hay comentarios:
Publicar un comentario