La historia de Nastagio degli Onesti. 1483. (cuadro I. parte 3ª)
Témpera sobre tabla
Alessandro Botticelli y pintores de su taller (Bartolomeo di Giovanni y Jacopo del Sellaio)
Del jinete, pertrechado con arma blanca, diremos que ataca con la misma de forma descabellada, en posturas tanto la suya como la de su cabalgadura, de un velocísimo movimiento, lo que constituye de por sí un atrayente de gran importancia. Contrasta además el animal, blanco, contra lo oscuro de la hierba; otra forma de requerir la atención de forma poderosa. A su vez, la montura va ataviada de arneses también muy ostentosos por ser oscuros y remarcarse con la tonalidad nívea de la misma. Lleva además el jinete una capa de rojo muy saturado, brillante, como de seda. Esta última circunstancia es también vital pues las diferencias de texturas también es algo con lo que el artista juega sus bazas, a la hora de contrastar o de ofrecer mayor variedad a su obra.
Creo que la solución al enigma de quién desempeña la máxima importancia en la obra tiene la siguiente respuesta:
Es la mujer la que en primer lugar atrae la visión del espectador; pero sólo la del espectador que no conoce la historia de esta tabla y de sus tres compañeras más, de las mismas dimensiones. ¿Qué relato cuentan estas obras renacentistas? La que lleva por título el encabezamiento de este comentario concreto y que está comprendida en el Decamerón de Bocaccio. No verá en El Prado, el lector, no obstante, una de ellas, conservada en una colección particular sita en Italia; la última de la serie.
No obstante, algo muy particular sucede cuando el espectador conoce la secuencia de hechos de esta obra cumbre de la literatura italiana. Sabe que su desarrollo comienza en su extremo izquierdo y avanza en el sentido de la lectura. Que el vivaque tiene gran importancia porque es el punto de partida de toda las secuencias que se observan en el conjunto de las cuatro obras. Pero toda historia tiene, como un cuadro un lugar álgido, un momento más importante y éste, en la obra que analizamos, es el que representa la mayor violencia de esta escena particular: la de la figura más compleja y violenta, la de mayor variedad de tono, es decir la de mayor diferencia entre claros y oscuros, o de colorido; la que hace culminar el espanto de la mujer, que, en realidad, es un espectro condenado que cobra más importancia focal cuando recaemos en su despiadado y violento perseguidor, y llegamos, así, a comprender todo su infernal pánico. Pero mujer, mastín, caballo y jinete parecen figuras muy ligadas entre sí, hasta el punto que la vista pasa velozmente, a partir de la atracción primaria de la mujer a los demás elementos de esta serie. No obstante, Nastagio, por decirlo de alguna forma, es el mayor protagonista, el actor principal del relato, y como tal, es el más importante, hecho que se refuerza con sus dos registros diferentes y que corresponden a dos distintos momentos del tiempo. Se puede, pues, resumir que cada elemento tiene una importancia distinta en sí mismo, de diferente índole; pero igual de crucial, porque no cabe entender el relato si falta alguno de los mismos. Incluso no se puede prescindir de ninguno de los dos registros de Nastagio.
Continúa
Aurelio
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