Alfred Hitchcock: Capítulo 2
Después de El Enemigo de las Rubias llegarían grandes éxitos como Asesinato (Murder), La Muchacha de Londres, El Hombre que Sabía Demasiado (primera de las dos versiones que hizo), Agente Secreto, Los 39 Escalones, Alarma en el Expreso, etc.
Con todo este éxito, Hitchcock se hizo rico. En los años 20, empezó una larga tradición de pasar las vacaciones de Navidad con su esposa Alma en Saint Moritz (Suiza). Allí había un gran complejo hotelero y estaciones de esquí. Hitchcock y su esposa gastaban grandes cantidades de dinero en comida y restaurantes de lujo, saboreando los platos más exquisitos. Mientras Alma salía a esquiar con otros amigos, Hitchcock se quedaba en la suite de su hotel donde los observaba a través de una gran cristalera. Aparte de estar muy gordo, a él nunca le gustó practicar ningún deporte. Solía jactarse diciendo: “Yo sólo hago ejercicio de cuello para arriba”.
Fue en esta época cuando Hitchcock le pidió el matrimonio a Alma. Fue durante un viaje en barco. Ella le dijo que sí. Él pensaba que debía pedirle el matrimonio cuando estuviera en un puesto profesional superior al de ella. Los dos trabajaban en los mismos estudios de cine. Hasta entonces, ella era montadora y él era ayudante de dirección. Por tanto, ella estaba en una categoría superior. Ahora Hitchcock era director de cine, ya podía pedirle el matrimonio según sus anticuados valores conservadores victorianos. La boda fue en Londres.
En los años 30 llegaría la primera de las actrices rubias que llegaron a ser objeto de deseo de Hitchcock. Fue Madeleine Carroll, protagonista femenina de Agente Secreto y Los 39 Escalones. A lo largo de su carrera, Hitchcock siempre tuvo predilección por las actrices rubias, que solían ser frías e inaccesibles. Después de la Carroll vendrían Joan Fontaine, Ingrid Bergman, Anne Baxter, Grace Kelly, Kim Novak, Eva Marie Saint, Janet Leigh, Vera Miles y Tippi Hedren. Con todas ellas tuvo Hitchcock un amor platónico. Pero él sabía que nunca podría tener una relación sentimental con ellas. Su gordura y fealdad ponían una barrera infranqueable entre ellos. Por ello, Hitchcock siempre fue un misógino. Sentía hacia ellas amor y odio al mismo tiempo. Este sentimiento se fue agudizando con los años, hasta verse reflejado en sus películas. Por ejemplo, la escena del acuchillamiento de la chica en la ducha en Psicosis (1960) o el ataque de los pájaros a Tippi Hedren en Los Pájaros (1962).
A finales de los años 30, diferentes productores de Hollywood, entre ellos el poderoso David O’Selznick, se pusieron en contacto con Hitchcock para negociar un contrato del director británico en la meca del cine. Esto conllevaría el traslado de Hitchcock de Inglaterra a los Estados Unidos. Esta posibilidad representaba una brillante carrera como director en Hollywood. El gran éxito de Hitchcock en Inglaterra, unido a la gran cantidad y calidad de medios en el cine americano podría dar un gran empuje a su carrera. De esta forma, Hitchcock se convertiría en uno de los mejores y más prestigiosos directores de la historia del cine.
Al final, fue David O’Selznick quien firmó un contrato con Hitchcock en Hollywood. Viajó con su esposa Alma en barco a Nueva York en 1938. Hitchcock nunca había ido a los Estados Unidos. Se familiarizó con la ciudad de los rascacielos. Iba a comer a los mejores restaurantes. Sentía gran predilección por el Chasen’s. En este lujoso restaurante se dio una anécdota que ilustra muy bien la glotonería y excentricidad del director. En una comida de negocios, pidió para comer bistec de ternera con patatas y de postre una copa de helado bañada en coñac. Al terminar, pidió otro bistec con patatas y otra copa de helado. Después volvió a pedir otro bistec con patatas y otra copa de helado, ante la mirada atónita de sus acompañantes.
Como resultado de estas negociaciones, se dio luz verde a la que sería su primera película americana: Rebeca (1940).
Después de El Enemigo de las Rubias llegarían grandes éxitos como Asesinato (Murder), La Muchacha de Londres, El Hombre que Sabía Demasiado (primera de las dos versiones que hizo), Agente Secreto, Los 39 Escalones, Alarma en el Expreso, etc.
Con todo este éxito, Hitchcock se hizo rico. En los años 20, empezó una larga tradición de pasar las vacaciones de Navidad con su esposa Alma en Saint Moritz (Suiza). Allí había un gran complejo hotelero y estaciones de esquí. Hitchcock y su esposa gastaban grandes cantidades de dinero en comida y restaurantes de lujo, saboreando los platos más exquisitos. Mientras Alma salía a esquiar con otros amigos, Hitchcock se quedaba en la suite de su hotel donde los observaba a través de una gran cristalera. Aparte de estar muy gordo, a él nunca le gustó practicar ningún deporte. Solía jactarse diciendo: “Yo sólo hago ejercicio de cuello para arriba”.
Fue en esta época cuando Hitchcock le pidió el matrimonio a Alma. Fue durante un viaje en barco. Ella le dijo que sí. Él pensaba que debía pedirle el matrimonio cuando estuviera en un puesto profesional superior al de ella. Los dos trabajaban en los mismos estudios de cine. Hasta entonces, ella era montadora y él era ayudante de dirección. Por tanto, ella estaba en una categoría superior. Ahora Hitchcock era director de cine, ya podía pedirle el matrimonio según sus anticuados valores conservadores victorianos. La boda fue en Londres.
En los años 30 llegaría la primera de las actrices rubias que llegaron a ser objeto de deseo de Hitchcock. Fue Madeleine Carroll, protagonista femenina de Agente Secreto y Los 39 Escalones. A lo largo de su carrera, Hitchcock siempre tuvo predilección por las actrices rubias, que solían ser frías e inaccesibles. Después de la Carroll vendrían Joan Fontaine, Ingrid Bergman, Anne Baxter, Grace Kelly, Kim Novak, Eva Marie Saint, Janet Leigh, Vera Miles y Tippi Hedren. Con todas ellas tuvo Hitchcock un amor platónico. Pero él sabía que nunca podría tener una relación sentimental con ellas. Su gordura y fealdad ponían una barrera infranqueable entre ellos. Por ello, Hitchcock siempre fue un misógino. Sentía hacia ellas amor y odio al mismo tiempo. Este sentimiento se fue agudizando con los años, hasta verse reflejado en sus películas. Por ejemplo, la escena del acuchillamiento de la chica en la ducha en Psicosis (1960) o el ataque de los pájaros a Tippi Hedren en Los Pájaros (1962).
A finales de los años 30, diferentes productores de Hollywood, entre ellos el poderoso David O’Selznick, se pusieron en contacto con Hitchcock para negociar un contrato del director británico en la meca del cine. Esto conllevaría el traslado de Hitchcock de Inglaterra a los Estados Unidos. Esta posibilidad representaba una brillante carrera como director en Hollywood. El gran éxito de Hitchcock en Inglaterra, unido a la gran cantidad y calidad de medios en el cine americano podría dar un gran empuje a su carrera. De esta forma, Hitchcock se convertiría en uno de los mejores y más prestigiosos directores de la historia del cine.
Al final, fue David O’Selznick quien firmó un contrato con Hitchcock en Hollywood. Viajó con su esposa Alma en barco a Nueva York en 1938. Hitchcock nunca había ido a los Estados Unidos. Se familiarizó con la ciudad de los rascacielos. Iba a comer a los mejores restaurantes. Sentía gran predilección por el Chasen’s. En este lujoso restaurante se dio una anécdota que ilustra muy bien la glotonería y excentricidad del director. En una comida de negocios, pidió para comer bistec de ternera con patatas y de postre una copa de helado bañada en coñac. Al terminar, pidió otro bistec con patatas y otra copa de helado. Después volvió a pedir otro bistec con patatas y otra copa de helado, ante la mirada atónita de sus acompañantes.
Como resultado de estas negociaciones, se dio luz verde a la que sería su primera película americana: Rebeca (1940).

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